martes, 13 de marzo de 2012

Capítulo tres.

Nada, decirte nada.- Dijo mi padre.
-Papá, acabo de escuchar que me teneis que decir algo, ¿que es?.- dije yo, mirandolo seria.
- Catherine, esto es muy dificil para nosotros, pero es que eres, eres...- Dijo mi madre. Me estaba deswesperando.
-¿¡Soy que!?- Dije.
-Adoptada, sí esa es la palabra.- Dijo mi padre, como si fuera lo más normal del mundo.
-¿QUE SOY QUE?- Dije yo alterada.
-Adoptada, bueno no adoptada, adoptada.- Dijo mi madre.
- Explícame eso.- Les dije, muy seria.
- Un dia hace dieciseis años, tu padre y yo veniamos del hospital. Acababa de perder a mi bebé, mi precioso bebé. Los médicos no pudieron hacer nada para salvarlo.- Dijo mi madre llorando.
- Casi habiamos llegado, - continuó mi padre.- cuando una mujer nos paró, ya que tu madre iba llorando, y nos preguntó que nos pasaba. Ellla llevaba un bulto envuelto en mantas. Al explicarselo, nos dijo que si queriamos un bebé. Nosotros le dijimos que si, pero que como lo ibamos ha hacer, si no teniamos dinero para la adopción. Entonces ella, nos entregó las mantas, dentro estabas tú. Tendrias dos semanas, eras hermosa, pequeña. Le preguntamos que quién eras, quien era tu madre. Nos dijo que eras un bebé robado, de Inglaterra, tu verdadera madre cree que moriste al nacer. Sentimos no habertelo dicho antes, no sabiamos como hacerlo.
Me quedé, como se dice esto, en shock. No acababa de asimilarlo. ¿yo un bebé robado? No espera, es coña, ¿no? De Inglaterra, ¿Yo de Inglaterra? Pero si no sabia ni una mierda de Inglés. No puede ser. No, no puede.
- ¿Sentirlo? Vosotros, ¿sentirlo?. No me hagais reir, si lo hubierais sentido, no me hubierais cogido, habriais intentado encontrar a mi verdadera madre, para decirle que yo soy su hija. Que estoy aquí, con una familia que me odia, por que su sangre no corre por mis venas. Eso es sentirlo-. Dije.
Salí de alli necesitaba despejarme. ¿Pero que digo? Como pueden sortarte que eres adoptada así por así. Y ni eso, soy robada, ¡ROBADA! No soy de aquí ni de ninguna parte.
Me dirigí a casa de Vienna. Las lágrimas recorrian mi mejillas. Comenzó a llover. Me estaba empapando pero no me importaba.
Cuando llegé a casa de Vienna, estaba completamente mojando. La ropa me pesaba. ¿Quien iva a pensar que llovería en Junio? Este día no puede ser peor.
Cuando Vienna me abrió la puerta, me miró, con la boca abieta. Se quedó así como diez minutos.
-Me vas a dejar pasar, ¿o quieres que me muera de frío?- Le dije. La verdad es que me hacía gracias. Estaba con la boca abierta, una camiseta larga y con calcetines hasta la rodilla.
- Cla-claro. ¿Tu eres tonta?- Me dijo.- ¿que te ha pasado?.- No me dejó contestar.- Voy a llamar a Susan.
Cuando llegó Susan subimos al cuarto de Vienna. Me dirigí a la cama y me tiré. Las lagrimas empezaron a salir de mis ojos.
-Cariño, ¿que te ha pasado?- Dijo Susan.
Les conté todo. Absolutamente todo. No se lo creian.
- No te preocupes.- Dijo Vienna.- Sabes que vamos a estar siempre. ¿Lo sabes, no?
Me tiré sobre ellas, necesitaba un abrazo.
- Os quiero sois las mejores.- Les dije, llenandolas de besos.
-¿Y que vas a hacer?- preguntó Susan preocupada.- ¿Vas a seguir con tus padres?.
-Ellos no son mis padres.- Dije, llena de rabia.
-¿Entonces?.- Preguntó Vienna.
- Voy a encontrar a mis padres, aunque sea lo último que haga-.


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