martes, 13 de marzo de 2012

Capítulo siete.

"Queridas partes de mi corazzón:
Me conocéis mejor que nadie, y por ello sabréis que no me gustan las despedidas. Mi vuelo se ha adelantado, lo siento pero no he podido hacer nada. Me dirijo a Shelffield, para ver si allí consigo averiguar algo sobre mis padres. A lo mejor os enfadeis, o simplemente penséis que soy una cobarde, que no os quiero, y demás chorradas que vuestras cabecitas locas quieran inventar. Pero no, no es eso. Si no, que no quiero que sufrais, ni quiero sufrir yo tammpoco. No quiero ver como las lágrimas caen por vuestras mejillas, como están haciendo ahora mismo por las mías, mientras escribo esto. Quiero que sepáis, que aunque no vuelva, aunque no volvamos a vernos, no me olvidaré nunca de vosotras dos. Las dos cosas más importantes de mi vida. Por que habeís estado a mi lado cuando más lo he necesitado, me habéis hecho sonreir cuando estaba triste, y me habéis hecho llorar, pero de la risa. Que os quiero, que son demasiados momentos juntas en estos 16 años, para olvidarlos así por así. Que os quiero que no se os olvide nunca, nunca. Y que solo quiero que sepáis que, vaya donde vaya, estaré siempre a vuestro lado, solo tendreis que mirar al cielo de noche y ver las estrellas, y aquella estrella que más reluzca, será la misma que esté mirando yo. Y que sois lo mejor de lo mejor. Directioners hasta la muerte, no quiero estropearos el concierto, por eso en cuanto termine me llamaís y me lo contais, ¿eeh? Que bueno, que eso, que el avión va a despegar. Que solo era eso, y que no olvideis que esto no es un adiós, si no una hasta pronto.
Catherine <3"
Las lágrimas no cesaban de bajar por mis mejillas, me despedí de mis padres, y de mis hermanas. No eran las mejores personas del mundo, pero se les quería. Subí al avión. Despegamos. Y aquel, creía yo que iba a ser el peor día de mi vida. Pero, más tarde me di cuenta, que iba a ser el comiezo de una nueva historia. De mi historia.
*Cinco horas más tarde*
Acababamos de aterrizar, no sabía donde tenía que ir. Llevaba doscientos euros en el bolso. Cogí mis dos pesadas maletas, y medirigí a fuera en busca de un taxi. Le dije al taxista que me llevara a la comisaría de Shelffield. A la media hora estábamos alí. Le di las gracias, le page y bajé. Entré, no sabía a donde ir. Menos mal que había ido a clases de Inglés a conciencia. Me dirigí a el primer policia que encontré, le pregunté donde podía encontrar al inspector Matthew, y me dirigió a su despacho. Toqué a la puerta.
-Adelante.- Se escuchó en el interior.
El inspector John Matthew era un hombre de unos treinta años, grande como un oso, pero derrochaba simpatía.
Le conté mi historia, y le pregunté si durante el año de mi nacimiento había habido muertes de bebés o desapariciones. Me dijo que sí. Pero no en Shelffield, si no en un pueblo de al lado llamado, Doncaster. ¿Doncaster? Me suena y mucho. Me dijo que preguntara en la comisaría de allí, que me informarían mejor. Le dí las gracias y salí. Cogí un taxi hacia Doncaster, estaba a dos horas más o menos de Shelffield. Entonces recibí una llamada. Me sorprendió ver que me llamaban, y la buena cobertura, la verdad. Pero más me sorprendió, saber quién era quién me estaba llamando.

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